La crisis ha de abrasar al PSOE. Esta es la tesis enunciada por Montoro, difundida impertinentemente por la dirección del PP, publicitada comercialmente con una pagada durísima campaña. En el mejor de los casos es una llamada a la insumisión fiscal: “No tenemos que pagar de nuestros bolsillos sus errores”. El PP propende a desestabilizador de la democracia misma, socavando los principios de igualdad, justicia y fraternidad. El PP propone que sea la codicia el impulso del crecimiento. Es lo que hicieron liberales, como Thatcher y neoconservadores, como Bush. Aznar, sin empacho, alentó la guerra de Irak, haciendo creer que el petróleo nos saldría gratis. Cambiado el poder, tras las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América, a favor del demócrata Barack Obama, la codicia de los banqueros apagó los motores financieros y la economía se paró. La codicia había sustituido entre ellos cualquier otra motivación cívica. Ni la prudencia económica los detuvo y sobrevino el paro. Los foros políticos proponen medidas para evitar la crisis social, que podría desencadenar la huelga de capitales. La política económica de Zapatero en España pretende evitar el desamparo de las personas más desfavorecidas, pese a la inmensa, sonora e intensa protesta del PP; el Estado ha puesto dinero en circulación por diferentes cauces para el consumo de supervivencia, porque el capital se puso en huelga y aun lo está: El Presidente de la patronal, Díaz Ferrán, felicita con descaro, por cojonuda (sic), a la referente neoliberal Esperanza Aguirre; se levanta de la mesa de diálogo, dejando sólo al Gobierno, sin importarle los Sindicatos. El objetivo es abrasar al PSOE con el 20% de parados. Tal vez el optimismo antropológico que se dice de Zapatero no genere empleo, pero la huelga de capitales y el mantenimiento de los paraísos fiscales, lo destruye. El Gobierno, que administra el Estado, por ser propicio a la protección de los abandonados por los codiciosos; los Jueces, que atienden denuncias de cohecho; la Policía, vigilante, bajo la tutela de jueces, de quienes huyen con sus capitales son aupados a la picota, porque, vigilantes del Estado de derecho, defienden la prevalencia de la ley sobre la prevaricación y el cohecho. Tal vez se esté fraguando una refundación de la derecha española, pero temo que se cumpla la peculiaridad del alacrán: lo propio de esta dirección del PP es matar, aunque sea muriendo. Han de existir en el Partido Popular quienes instauren, frente al amparo de la codicia, la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres trabajadoras, la respetuosa fraternidad con las personas mayores y la justa atención a nuestras hijas e hijos. Rebelión en el PP: sea.
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