miércoles, 18 de junio de 2014

El cambio, siempre el cambio: o morir de éxito

Estoy por el cambio

Por él, al menos hasta el 96, acompañamos a Felipe González1 desde el 82. Lo habíamos preparado desde el 75 e incluso desde antes, “por la libertad, la amnistía y el estatuto de autonomía”. Gratos recuerdos de adolescencia juvenil. En aquel tiempo se fraguó el pacto. El cambio fue el pacto: Los de la Moncloa de 1977 y los Constitucionales de 1978. La adhesión a Europa2, 1986.


Ha pasado tiempo para dos generaciones. Ahora de nuevo se reivindica cambiar el modelo y los modales socioeconómicos trastocados mundialmente a causa de la llamada “globalización”; cambiar Europa, porque se le han detectado trazas de anti europeísmo; en España abdica el Rey Borbón don Juan Carlos I, tras décadas de monarquía constitucional, con sus pompas y vanidades, incluidas debilidades de la carne, amores selváticos y defensas estentóreas de la patria. También se reivindica el cambio constitucional: un cambio reconstituyente: “La forma política del Estado español”  y  “La organización territorial del Estado”. Ya que estamos, hacemos una nueva Constitución. Hay aves  que en su vuelo entran por la izquierda, otros por la derecha, anunciándonos tiempos de turbulencias políticas. 






No será cambio: será ruptura. Hay que reconstruir La Casa y también el “solar” donde se asienta. 



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