La saeta hacía el silencio, el aplauso era una algarada de cornetas y timbales. El limbo del olvido fue la semana. Hoy, han vuelto a las tertulias 50.000 nuevos folios del caso Gürtel y la pederastia eclesial. Causa espanto ver un Papa, declaradamente comprensivo con el clérigo pederasta, contado por millares, y oír que personas orondas, mientras se fraguaba la crisis global, ellas aposentaban sus inconfesables lucros en paraísos fiscales. Ahora que la santa semana pasó, conviene no dejar pasar a los violadores pederastas, ni a quienes les guardan el secreto; conviene no dejar parar a los que camuflan en paraísos sus inconfesables lucros. Cómo ha de hacerlo la Iglesia, respecto a los que la convierten en non sancta, ha de decirlo la propia Iglesia: el actual Papa fue un día el vigilante de la fe y las costumbres. Mi solidaridad es con los violados. El capital Gürtel ha de volver al fisco, absténgase el PP de incordiar a los jueces.
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