Estoy por el cambio
Por
él, al menos hasta el 96, acompañamos a Felipe
González1 desde
el 82. Lo habíamos preparado desde el 75 e incluso desde antes, “por la
libertad, la amnistía y el estatuto de autonomía”. Gratos recuerdos de adolescencia
juvenil. En aquel tiempo se fraguó el pacto. El cambio fue el pacto: Los de la Moncloa de 1977 y los
Constitucionales de 1978. La adhesión a Europa2, 1986.
Ha pasado tiempo para
dos generaciones. Ahora de nuevo se reivindica cambiar el modelo y los modales
socioeconómicos trastocados mundialmente a causa de la llamada “globalización”;
cambiar Europa, porque se le han detectado trazas de anti europeísmo; en España
abdica el Rey Borbón don Juan Carlos I, tras décadas de monarquía
constitucional, con sus pompas y vanidades, incluidas debilidades de la carne,
amores selváticos y defensas estentóreas de la patria. También se reivindica el
cambio constitucional: un cambio reconstituyente: “La forma política del Estado
español” y “La organización territorial del Estado”. Ya
que estamos, hacemos una nueva Constitución. Hay aves que en su vuelo entran por la izquierda, otros
por la derecha, anunciándonos tiempos de turbulencias políticas.
No será cambio: será ruptura. Hay que
reconstruir La Casa y también el “solar” donde se asienta.
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