Una princesa que ama el deporte; un deportista que ama el principado; una boda cuasi real y un mundo palaciego por delante. Organizar fundaciones y empresas para gloria y favor de unos y otros es un compromiso noble para con los otros. Dejarse querer y amar por quienes quieren colaborar en un mundo inteligente (nóos pudiera significar inteligencia –vouÇ-) es un honor al que no todos tienen acceso.
En el mismo
Mediterráneo en el que se baña Baleares, y el levante español, amén de bañar el mismo mare nostrum el
norte del continente africano, desde Algeciras a Estambul, en España, hemos legalizado la
hermosa metáfora del amor lucrativo. Nada vale más que el real amor. Esta es la
gran lección de derecho en estos días. La princesa está triste porque no se le
entiende enamorada de un ingenio y de su lucrativa e inteligente obra. Porque
¿qué otra cosa es nóos sino la inteligencia del lucro?
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