Europa es necesaria al mundo para contraponer a la guerra el
deseo de la Paz, para mantener viva la esperanza en otro mundo, que es posible
En un mundo reconvertido desde los Estados nacionales en un
espacio global, la conquista del bienestar personal requiere una estrategia
mundial. A todas las personas que en el mundo somos nos asiste el derecho de
una vida digna. Afán y derecho que es ajeno a la estrategia ambiciosa de los
“mercados”. Cada gran propietario aspira y pretende conseguir ser el único
dueño y amo de la tierra, del agua, del aire e incluso del fuego. La contienda
se libra en monedas: supongamos que hablamos del yuan (China), dólar (USA),
dirhan (continente árabe) y euro (Europa).
Pero, si alguien en la competencia, no debe transustanciarse
en capital, ese es Europa, guardián de la tradición más humanista de Grecia y
Roma. Europa prendió y acuñó para el mundo el valor ilustrado de la libertad,
igualdad y fraternidad. Y aquí aparece el temor a su derrumbe. Europa es
necesaria al mundo para contraponer a la guerra el deseo de la Paz, para
mantener viva la esperanza en otro mundo, que es posible. Tiembla Europa, si no
acallas las voces y aminoras la fuerza de aquellos de tus hijos, que edípicamente
desean matarte.
El resultado electoral de los recientes comicios europeos
abunda en el euroescepticismo. Muestras hay en Francia, Reino Unido, Grecia,
incluso en Alemania y en todos los países, pues la abstención en Europa ha sido
superior al voto emitido. Tiembla Europa.
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