A la sombra de los árboles, los ancianos pensamos, O cavilamos. Cuentan que, camino del Monte Ida donde Zeus dio a Minos las tablas de la Ley, tres ancianos, uno ateniense, los otros de Esparta el uno y el otro cretense, dialogaron sobre si fue divino el origen de las leyes. Concluyeron que en todo caso sería mejor constituir un consejo nocturno de los más ancianos más amantes de la ley y que ellos, a la madrugada, decidieran qué era mejor para mantener la felicidad de la ciudadanía en sus ciudades. Fue la invención, con el Consejo Nocturno, de la democracia real y de los presupuestos participativos. Pensamiento preelectoral de viejos quijotes griegos.
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