Quieren conquistar espacios a los
vientos, que soplan libres para ocio de
los aficionados del kite y del windsurf y del embeleso de las cometas coleando.
Si eso decía el Plan General de
Urbanismo de Tarifa/Valdevaqueros en 1991, ¿cómo es que ahora se pretende cambiar el tesoro de 700.000 metros cuadrados
de esta playa libre, entre los Parques Naturales del Estrecho, al Sur y el de
los Alcornocales, al Norte, por un plato
de lentejas? ¿Quiénes dijeron “sí” de vender la playa salvaje al especulador
dinero? Si quieren hoteles, en las ciudades. Dejad al viento sus travesuras.
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