He vivido, participativamente, la propuesta de candidaturas a las Cortes Generales de España, desde la agrupación municipal y comité provincial cercanos. Soy miembro de ambas ubicuidades directivas del socialismo local y provincial. Supongamos que hablo de Albacete.
He venido a sospechar durante el trance del finde, compartidamente con una persona más -no diré que mi pensar es compartido por al menos la mitad de quienes piensan- que la distancia entre la dirección del partido en la circumscripción y su militancia es directamente proporcional a la nostalgia fundacional. Quienes añoran el socialismo de Pablo Iglesias (1879), cuanto más, más lejos se sienten de sus actuales dirigentes (2011).
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